Zanahorias: el cultivo que conseguí perfeccionar al tercer intento.
Un ejemplo de por qué a veces merece la pena cambiar el enfoque y perseverar.
Si echamos un vistazo a los álbumes de fotos de cuando era pequeña, en un número importante de ellos salgo con una zanahoria en la mano. Al parecer, en la época en la que me estaban saliendo los dientes, las roía para aliviar el dolor en las encías.
A mi yo adulta le siguen encantando, así que parece lógico que fuese una de las primeras cosas que intentara sembrar una vez que me inicié en el mundillo de los huertos urbanos. Y, en todas las fuentes que consultaba, decían que no era muy difícil conseguirlo. ¿Qué podía salir mal?
Bueno, pues a mí me costó tres intentos perfeccionar la técnica.
Primer intento: fracaso estrepitoso 👎🏻
La primera vez que me propuse sembrarlas fue en 2021. Leí que podían crecer bastante bien en garrafas de agua de las de 5L, así que reservé algunas para este propósito. Sin embargo, me frustraba mucho toda la información contradictoria que iba encontrando con respecto a sus cuidados y necesidades. Eso, sumado a que iban pasando las semanas y no veía que estuviesen creciendo (me refiero a sus hojas, ya que la raíz no vamos a saber cómo está hasta el mismo momento de cosecharla), hizo que optara por deshacerme de ellas y aprovechar el sustrato para otra cosa. Falta de paciencia, supongo. No obstante, sí que dejé una garrafa olvidada en un rincón; de ella coseché, meses después, algo tan diminuto que ni siquiera podríamos incluirla dentro de la categoría de zanahoria baby.
Segundo intento: éxito relativo 👍🏻
En el 2022 me negué a intentarlo de nuevo porque se me metió en la cabeza que conseguir zanahorias era imposible. Sin embargo, me topé con un video en el que una persona lograba la increíble hazaña de cultivarlas en briks de leche de 1L. Me pareció un experimento tan chulo que, en los primeros meses de 2023, guardé todos los cartones de leche que iba consumiendo para poder ponerlo en práctica, y seguí las indicaciones de dicho video a rajatabla.
El resultado fue bastante bueno. En la mayoría de los cartones en los que dejé un único brote, creció una zanahoria más que decente. No obstante, hubo un par de briks en los que dejé dos, y la lucha por los nutrientes en un espacio tan pequeño hizo que salieran con formas… curiosas.

El tercer intento: éxito rotundo 🙌🏻
Animada por lo que había conseguido hacer el año anterior, en 2024 me propuse sacar una buena cosecha, así que reservé dos macetas de 25-30L. En una de ellas esparcí las semillas al voleo, y en la otra puse especial cuidado en que hubiera un espacio de separación de unos 5 o 6 centímetros como mínimo entre zanahoria y zanahoria. El resultado fue estupendo: de la primera obtuve más de 30 zanahorias de tamaño mediano, y de la segunda saqué unas 15 bastante grandes.

En los tres intentos utilicé semillas del mismo paquete, así que podemos deducir que la clave para el éxito no estuvo en el producto, sino en la técnica.
Pero, ¿qué hay que saber para cultivarlas?
Época de siembra 🗓️
Hay distintas variedades de zanahoria, pero la normal y corriente que conocemos todos (la naranja) se siembra entre finales del invierno y principios del otoño y necesita 3 meses de crecimiento (es decir, unos 90 días). Como vivo en zona mediterránea y nuestro invierno es prácticamente inexistente, yo la siembro a finales del mes de febrero con la intención de cosecharlas a finales de mayo, pero se puede retrasar su siembra sin problema. Exceptuando los meses más fríos del año, podéis sembrarla cuando mejor os venga.
Cómo y dónde sembrarlas 🪴
En vista del éxito de mi tercer intento, diría que lo ideal sería sembrarlas en una maceta grande de unos 25 o 30L para tener una cosecha de entre 15 y 30 zanahorias. Sin embargo, habéis comprobado que también es posible hacerlo en cartones de leche de 1L (una zanahoria por cartón) y, aunque pequé de novata (y de impaciente) en mi primer intento, estoy segura de que podéis aprovechar garrafas de agua de 5L sin problema (una proporción de 3 zanahorias por garrafa sería lo adecuado).
Aconsejo echar unas cinco semillas en cada zona donde queráis que nazca una zanahoria para aseguraros de que va a brotar una como mínimo (al cabo de unas semanas, haréis un aclareo para quedaros con un único brote en cada espacio: yo suelo quedarme con el que veo más desarrollado).
Tras haberlas sembrado, espolvoreáis una capa finísima de sustrato por encima.

Riego 💧
Una vez ocultadas las semillas bajo esa fina capa de sustrato, aplicáis un riego abundante con difusor para que no se muevan del sitio donde las habéis depositado. No obstante, si preferís sembrarlas al voleo y os da igual en qué zona de la maceta acaben brotando, no hace falta que tengáis tanto cuidado en este aspecto.
Es importante regar con difusor cada día, pues las semillas necesitan humedad constante para brotar. Una vez que los brotes hayan aparecido, podéis pasar a regar con vuestra regadera habitual, ya que las raíces estarán asentadas y no habrá peligro de que se muevan (pero hacedlo con mimo, sobre todo mientras aún son pequeñitos).
Con respecto al riego de las zanahorias he escuchado de todo: que es necesario regarlas poco para que el agua se acumule en la parte baja de la maceta y las raíces se vean obligadas a crecer para llegar a ella, que es necesario hacer riegos abundantes, etc. Como todavía no tengo claro cuál es la información correcta, lo que hago es guiarme por mi instinto, lo que significa que las riego cada 4 o 5 días, o cada 2 o 3 si hace mucha calor y/o viento y veo que las hojas piden agua a gritos.
Además, una vez a la semana aplico abono orgánico. Como ya he comentado en otras entradas, el que yo uso es el especial para huerto y frutales de la marca Compo (prometo que no me pagan), pero también podéis optar por cualquier humus de lombriz líquido.
Exposición solar ☀️
Toda la que podáis darle. Mi experiencia con los cultivos de raíz es que, a más sol, mejor cosecha, así que no escatiméis con la luz solar directa.
Hongos y parásitos a tener en cuenta 🦠🪲
Durante mi segundo intento con las zanahorias (es decir, cuando las sembré en briks de leche) tuve problemas con el hongo oídio, pero se recuperaron rápido tras aplicar en las hojas azufre disuelto en agua por medio de difusor.
También ha venido algún pulgón esporádico (aunque por lo general atacan más a otro tipo de cultivos, como la lechuga) y alguna que otra cochinilla algodonosa, pero no han hecho mucho daño. Si son pocos, podéis quitarlos con las manos o a base de pistoletazos de agua, o esperar a que sus depredadores naturales vengan a comérselos (en el caso del pulgón, las mariquitas). Si la situación se descontrola y empiezan a convertirse en una plaga, podéis aplicar una mezcla de jabón potásico y aceite de neem para deshaceros de ellos.
Si tenéis miedo de que aparezca alguna de estas plagas tanto en este como en otros cultivos, sabed que tanto el azufre como el jabón potásico pueden aplicarse a modo preventivo (yo suelo echarle azufre preventivo a mis tomates, por ejemplo).
Y hasta aquí el conocimiento sobre las zanahorias que he podido recopilar basándome en mi propia experiencia.
Igual su cultivo puede parecer un poco difícil con tanta indicación, pero es mucho más sencillo de lo que aparenta. Solo hay que tener presente algunos detalles y tendréis gran parte del camino recorrido.
El sabor de una zanahoria cosechada por vosotros mismos utilizando productos orgánicos no tiene nada que ver con las compradas en supermercado. Por ello, y por la satisfacción de haberlo logrado, me alegro de no haberme rendido tras aquel primer intento en el que llegué a la conclusión de que cultivar zanahorias en casa era imposible, porque está claro que me equivocaba. Podéis extrapolar este ejemplo a otros campos, si queréis.